Mi aula, el de la dificultad
Wendy Peñaranda
Educational Researcher en Minkedu
La singularidad de mi aula es que de 22 estudiantes con los que comparto mucho cada semana, seis tienen las tan temidas "dificultades de aprendizaje", esas que a nosotros los maestros, nos hacen pensar y repensar en adaptaciones curriculares y de contenidos, esas que nos obligan a ser creativos, esas que nos hacen pensar ¿por qué decidí ser maestra/o? consiguiendo todo tipo de respuestas mentales; pero siempre concluyendo que tenemos mucho, mucho que hacer en la educación desde nuestra posición.
De los diagnosticados, dos tienen TDAH, uno tiene Asperger, otro tiene dislexia, uno inmadurez emocional y otro con dificultad en el desarrollo del lenguaje y comunicación. Aunque hay otros cuantos más que a primera vista parecen tener disgrafía, disortografía, y todos esos términos prefijados con "dis", además de otro estudiante que está repitiendo el curso.
Tienen dificultades en al aula y quién sabe qué problemas en la casa, qué sentimientos tendrán en el corazón y qué ideas tienen en la cabeza. Pero lo que todos ellos tienen en común es: A MÍ, su maestra.
Imagen: PexelsCon el tiempo he ido soldando mi propia armadura educativa, porque he entendido que pase lo que pase, año a año, en mi aula siempre habrán estudiantes con dificultad. Y no puedo evadir esta realidad, lo que sí puedo hacer es acercarme a ellas para conocerlas de cerca, y "tomar al toro por las astas"
He trabajado bastante en mi Casco de Creatividad, que protege la cabeza de los "no puedo hacer más" y resguarda las nuevas ideas, por más pequeñas que parezcan; me ha costado mucho mantener mi mente tratando de innovar.
También construí mi escudo de justicia, y me tomó tiempo reconocer que la educación es un acto de permanente justicia, más que de construcción de conocimientos. Es justo que todos, incluso los estudiantes con dificultades, accedan a la educación y tengan maestros apasionados, con la vocación explícita en el trabajo.
Fui afilando, poco a poco mi espada de vocación, pues he aprendido en la práctica que mientras más amo lo que hago, mucho mejor lo haré. Y la educación, si no es desarrollada de la mejor manera, no es educación, no habrán resultados.
Finalmente, me voy ajustando cada vez mejor los calzados de la capacitación, los que me llevan a recordar que no hay mejor manera de aprender que enseñando y viceversa, que mientras más aprendo, mejor podré hacer mi trabajo. Sé que cada paso que doy está sujeto a cambios, transformaciones y mejoras y eso es justamente el respaldo de la dedicación a mi aula, en el que lucho día a día con tantas dificultades.
La singularidad de mi aula soy yo, una maestra dispuesta a seguir creciendo, aprendiendo, enseñando... con pasión por la educación.
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